7.11.08

Carta a mi padre (I)


Al lado, vista de un emblemático edificio de Varsovia, regalo de Stalin y erigido en el mejor estilo soviético. El parecido con la Giralda sevillana es pura coincidencia.




Papá, ¡cuántas cosas están ocurriendo y tú te las estás perdiendo¡

La más importante, sin duda, es el nacimiento de tu primer bisnieto. Se llama Theo (palabra de honor que yo no he tenido nada que ver en eso del nombre) y es hijo de tu nieta Laura y de Edu, un chaval estupendo que la soporta, la entiende y la quiere. Fíjate, tú bisabuelo!

Pero han pasado más cosas. Muchas, demasiadas desde que te fuiste. Una de ellas –vas a flipar- ha sido la elección de un presidente negro en Estados Unidos. Esos americanos, que tú denostabas tanto, van y nos dan una lección de democracia. Sí, ya sé que una cosa es democracia y otra machacar al prójimo, pero ya ves, en ese país las dos cosas pueden convivir juntas. Te meten en la silla eléctrica si matas a alguien, pero no dudan en venderte la pistola más sofisticada para poder hacerlo. Tú siempre dijiste que preferías evitar que nadie matase y, por lo tanto, evitar vender armas, pero esta gente es así, ya los conoces. Es un problema de Historia. Menos de 250 años de devenir histórico, en los cuales parte de su cultura se basa, entre otras lindezas, en la aniquilación de 40 millones de búfalos y, por lo tanto, de todo un pueblo indígena que vivía en el territorio. Pero qué te cuento a ti, si todo esto me lo enseñaste tú….! Bueno, el caso, lo dicho: han madurado y le han puesto otro color a las barras y estrellas: el negro. Que sea para bien.

Hace poco estuve con Ana en Varsovia… ¡Qué ciudad más triste¡ Al menos, así me pareció. Solo encontré animación, bullicio y paseantes entre los neones de los centros comerciales ocultos en las entrañas de edificios supermodernos, de cristales ahumados y formas caprichosas. Bueno, no es que haya muchos, pero los suficientes como para emerger intentando simular una ciudad moderna y europea. Europea, sí, pero moderna… Ellos viven aún anclados en los recuerdos, tristes recuerdos, del holocausto nazi. Conservan en cada esquina lápidas que rememoran los sucesos liberatorios, y he podido meter el dedo en los orificios de bala que las ametralladoras nazis produjeron en las fachadas de los edificios más antiguos. Ellos, papá, no olvidan, porque aquello fue terrible y no debe olvidarse. Sin embargo, aquí, hasta Santiago Carrillo pretende que se dejen a los muertos de la guerra civil enterrados y mudos –bueno, eso ya lo están- no sé si por mala conciencia o para que no le salpique la metralla. Y no. Tú no estarías de acuerdo en olvidar. Lo sé porque tú decías que siempre callaban los mismos, lo perdedores, y hoy hay posibilidad de que esos perdedores hablen. Hablen desde la tumba, desde las fosas comunes, desde el pie del paredón. No importa, ¡que hablen¡ Ya han estado callados demasiados años como para callarse un día más. Por cierto, el promotor de esta aventura exhumatoria no es otro que Garzón….¿recuerdas? Sí, coleccionabas los artículos que sobre él se publicaban en una carpeta marrón de gomillas…Sé que era tu ídolo secreto, sé que venerabas “los cojones de este tío”, como solías decir…. Ahora lo tachan de “juez superestrella y megalómano”, pero a mí –y a tí papá- nos da igual. Muchos garzones harían falta para poner este país patas arriba.

Te dejo ya. Si desde el éter cósmico puedes leer esta carta, bien. Si, como tú me explicabas, después de muerto solo viene la eternidad de la nada, no servirá; solo para ayudarme, retóricamente, a dar cumplida cuenta de la entrada al blog de este día. Que ¿qué es un blog? Humm…te lo explico otro día, papá. Un beso fuerte,

Jose Víctor.

1 comentario:

fonsilleda dijo...

Preciosa carta para dar cabida a acontecimientos reales y hasta sorprendentes, así como a sentimientos personales.
No sé si el destinatario lo podrá leer desde allá, dónde quiera que esté (yo, como parece que él, pienso que no), pero no creo que tenga importancia.
Simplemente es un vehículo más o, incluso, un deseo de poder compartirlo efectivamente.