13.12.08

Arturo Pérez Reverte, profeta


¿Qué os puedo decir de él? Arturo Pérez Reverte es uno de esos autores que no le caen indiferentes a nadie. Tengo la desgracia –que por el momento no pienso solucionar, dicho sea de paso- de no haber leído ninguna de sus obras literarias (capitanes alastristes y otras por el estilo), si bien he tenido la suerte de haber visto la película “La Carta Esférica”, con un reparto sensacional y una realización digna de elogio. Su guión, basado en su novela de igual título, resultó bastante interesante.
No, yo no voy a ser quien ponga deméritos a la obra de un autor que han consagrado miles de lectores y que la propia R.A.E. ha instalado en su letra “T”. No voy a hablar de su obra, que evidentemente no conozco, sino tan sólo de sus colaboraciones periódicas en El Semanal, de tirada nacional. Veréis… me encanta lo que dice, su sentido, su manera de ver las cosas, su prisma y su ángulo de visión. Pero ese lenguaje pretendidamente callejero, coloquial, artificiosamente cercano me parece más un artilugio lingüístico para llegar al lector que un ‘estilo’ propio y concreto. E independientemente de eso, A.P.R. –y quien lo siga creo que estará de acuerdo conmigo- adolece de una inmodestia monumental. Él es quien más guerras a reportado, quien más se ha jugado el pellejo entre las balas de las primeras líneas de sus reportajes, quien más entiende de náutica y además, su padre es quien mejor se calza el sombrero en toda España. ¿No habéis notado lo por encima de todo que está este señor? En las páginas de al lado, y en las de otros diarios, hay plumas tan dignas como la suya, tan importantes, pero nunca he visto ninguna que utilice el autobombo de manera tan solapada y ladina. En fin, a lo que iba: decía que comparto con él su visión del mundo y de las cosas (al menos en un buen tanto por ciento) y no dejo de leer lo que nos dice cada semana. Hace unos días me llegó un correo reproduciendo un artículo de él del año 1998, titulado “Los amos del mundo” que es realmente clarividente. Quiero reproducirlo, si me lo permitís. Es.. profético, desde luego, y reafirma su calado intelectual y su calidad como oteador del mundo en el que vive. Quizá por eso se le perdone su falta de modestia y su autobombo.

LOS AMOS DEL MUNDO, por Arturo Pérez-Reverte

(Artículo del escritor español Arturo Pérez-Reverte, publicado en 'El Semanal' el 15 de noviembre de 1998.

Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla antro del computador, su futuro y el de sus hijos.

Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.

Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.

Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque
no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.

No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.

Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia.

Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.

Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la
gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.

Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad.

Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para
los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.

Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros.

Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda.. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la
estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.

Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.

Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.

6 comentarios:

Melba Reyes A. dijo...

Gracias por la información. Es bueno que existan 'profetas' que nos adelanten información ya que abundan quienes pretenden 'darnos atol con el dedo'-no sé si se conozca esta expresión por allá, es la más apropiada que encuentro -.

Existe un vídeo Youtube de Leopoldo Abadía que explica de maravilla - y de forma jocosa-la actual crisis.

Salud♥s

Carlos Bentabol dijo...

Reverte mas que profeta es "conocedor" o al menos sospecha de las artimañas financieras de los listillos especuladores, que son ahora el equivalente a las plagas del antiguo Egipto, trasladadas a nuestro tiempo, lastima que no haya un nuevo profeta que nos alerte a todos nosotros, los ignorantes, de tales especulaciones o sobre todo que nos enseñaran a hacerles frente, por mas que nos lo estén diciendo desde 1.998....¡¡Que buen articulo!!

Caminante dijo...

Primero que todo lamento disentir contigo dado que prefiero mil veces "la carta esférica" libro que la película homónima. No es que esta sea mala, que es bastante digna, sino que no tiene toda la esencia del libro.

Por otra parte, nunca he dudado de que Reverte sea de esos extraños casos de profetas en su propia tierra y cómo no, también fuera de ella.

Internautilus dijo...

Caminante, si vuelves a leer lo que dije verás que nada comenté sobre La Carta Esférica-Libro, que no he leído, sólo del guión de la película, que me pareció interesante. No dudo en absoluto que el libro sea mejor, sin duda.

¿Os cuento un chiste malo?
En los alrededores de la Columbia Pictures, en un descampado cercano, pastaban unas cabras que, como sabéis, se lo comen todo.
Una de ellas encontró, junto a otros vertidos, el celuloide tirado de "Lo que el Viento se Llevó". La cabra comenzó a comérselo, a rumiarlo, y una compañera le dijo: ¿Qué comes? Ella respondió: la película 'Gone with the wind". -Y te gusta? dijo la otra. No -respondió-; me gustó más el libro.

Lo siento, es malo, pero....

fonsilleda dijo...

Es preponitorio. A veces me enfada la mala leche (pido disculpas pero es que es así) que tiene Reverte y dejo de leerle un par de semanas. Sin embargo es ciero que un porcentaje grande de sus críticas tienen una espléndida base.
Eso que has puesto hoy, ya me dirás, despues de lo del Sr. Madoff...
Miedo me empieza a dar todo lo que está sucediendo.

Yo sí he leido alguno de los primeros libros de Reverte y, francamente, me he divertido.

fonsilleda dijo...

Premonitorio quiero decir. Lo siento, es tarde ya